viernes, 28 de julio de 2023

De choques, sexo y fetichismo de la mercancía. J.G. Ballard y su novela Crash

Esta es una novela difícil de leer. Difícil, especialmente, porque va de la "sinforofilia", parafilia donde la excitación sexual gira al rededor de la observación y, rápidamente, la vivencia de un desastre, en este caso, automovilístico. Es una novela sobre el placer de ver o estar en un automóvil que se estrella, de ser la víctima o el victimario de un choque. Además, es una novela muy emocionante. Emocionante porque va de lejos del canon distópico y futurista de J G Ballard y es una obra arriesgada, sucia, llena de piezas cromadas, plásticos, accidentes, olores, sexo, fluidos y mucho, mucho fetichismo, todo tan bien descrito que cada vez que cierras el libro tendrás que ir a lavarte las manos, o a mirar en el espejo si no te ha quedado una cicatriz después de un choque.


Y hablando de fetichismo, esta novela va de un fetichismo, más que llevado al extremo, puesto en algo tangible como lo son los accidentes de tránsito: el fetichismo de la mercancía, en una ciudad donde la producción del mercado -los automóviles como tótem del capitalismo industrial del siglo XX y lo que va del XXI- se han hecho el centro de la vida social, cultural, política, y urbanística hasta en el ámbito erótico-afectivo-fetichista. No hay una relación directa entre los protagonistas, sino siempre mediada o deseablemente mediada a través del automóvil. La sinforofilia aquí, de lejos, es una simple parafilia: es la loca relación que hemos establecido con los autos y, llevando el choque automovilístico a la pulsión del deseo, nos recuerda que cada vez que usamos un carro estamos más cerca de la muerte, tanto por el carácter individual o relacional de un choque, como por la contribución del automóvil al colapso ecológico. Conducir es, pues, una marcha hacia el abismo, hacia la nada, hacia la muerte, y lo hacemos gustosamente. Lo mismo con el automóvil como signo del progreso: un andar siempre adelante aunque adelante haya un muro que no podamos sobrepasar y en el cual, inevitablemente, encontraremos nuestro "crash". 


Nota (no la he visto): Hay una película de esta novela, homónima del libro, dirigida por David Cronenberg en 1996 y remasterizada para Cannes en el 2019, protagonizada por el gran James Spader (quien recientemente nos despidió de la mejor serie de todos los tiempos, The Blacklist, con un pueril final -aunque para nosotros, sus seguidores, cualquier final que nos alejara de verle iba a ser un mal final-), Deborah Kara Unger y Holly Hunte. Una película censurada de un libro censurado que es el fiel testimonio del fetiche del homo sapiens por ser, a través de la muerte -que es la única ruta posible-, un homo ludens que escapa de su naturaleza para hacerse máquina. 

Muy recomendada.

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