viernes, 8 de julio de 2011

La corta linea entre una pesadilla y la realidad.

Ahí estaba yo, en medio del caos mientras todo se destruía, mientras todo se desvanecía a la luz de mis ojos; viendo esas caras de muerte, de destrucción y de miseria. Sonreía. Mi sonrisa era más blanca que el tono gris de esta mísera guerra. Ahí seguía yo, de pie, erguido, parado, sonriendo, a  pesar de que sabía que fui violado, engañado, destruido, aniquilado y cruelmente masacrado.

No era más que un cuerpo: sin fe, sin esperanza, sin todo, la nada, pero sonreía, porque es mi sonrisa mi principal escudo de atracción y la venganza el de destrucción. Defraudado, desesperanzado, caído, en medio del caos, en medio de bombas de muertes que suplicaban lástima, en medio de seres que suplicaban amor, en medio de objetos que suplicaban con desesperación perdón, yo seguía, cobardemente en pie, viendo como todo caía, cuando al final era solo yo quien estaba en el piso, mientras en mi rostro cruelmente se reían por haberme vencido con la falsa excusa de que era yo quien sólo se encontraba de pie.