lunes, 27 de febrero de 2012

Slogans en Colombia. ¿Colombia es pasión?

Recuerdo muy bien el día en el que el gobierno, con ánimos de mejorar la imagen del país para promover el turismo, decidió implementar la campaña de “Colombia es Pasión”. Era una tarde, en épocas donde trataba de adiestrarme en el arte de no ver televisión, cuando, de manera inminente, las propagandas, las telenovelas, los noticieros, las películas…y toda la basura televisiva programada en RCN y Caracol comenzaron a mostrar un corazón rojo recalcitrante. No tardó mucho en expandirse el corazón a vallas publicitarias, bolsas de supermercado, camisetas de partidos políticos, lapiceros, cuadernos de Juanes y caratulas de álbumes de Shakira… en fin, la campaña, como todo lo burdo que existe en la tierra del sagrado corazón sacrílego, se convirtió en un éxito, aún sin entender qué era lo que hacía que estas tierras fueran tan apasionantes como el slogan promovía. Luego pasamos a la campaña de “Colombia: el riesgo es que quieras quedarte”.

Efectivamente, desde la pseudo-dictadura del “pacifista promotor del paramilitarismo”, Uribe Vélez, Colombia ha invertido grandes cantidades de dinero en seguridad (aún sin importar la disminución de la calidad y la cobertura en la salud y la educación), con lo cuál aumentó la confianza inversionista internacional, convirtiendo nuestro país en punto de mira para los financistas norteamericanos que no ven personas, ni derechos, ni nada de esas cosas; sólo oportunidades de negocio. Las cifras hablan por si solas. De los más de 566.084 cargos públicos que se atienden al presupuesto central, 459.687, o sea el 81,7% son “servidores públicos” asignados a labores de seguridad y defensa.[1] Hay 3 veces más servidores en defensa que profesores, médicos, trabajadores sociales y ambientales juntos. Más del 58.4% de los sueldos que se pagaron el año pasado con dinero del gobierno central, han sido asignados al Ministerio de Defensa. Es por esto que el Ministerio de la Protección Social despide a miles de trabajadores, cierra decenas de hospitales, justifica la liquidación del seguro social y arremete contra las pensiones basándose en la ausencia del dinero de parte del gobierno para esto. ¿Cómo no, si la mitad del dinero se la consume la guerra? El 65% de la inversión total de Colombia es en inversión militar. La guerra crece al 100%, el costo de la vida el 15% y el salario mínimo escasamente sube un 5.8 %. Los inversionistas no necesitan un país educado.

El panorama del país es desolador. El índice de analfabetismo (capacidad de saber leer y escribir) en Colombia es uno de los más bajos de América Latina, con un 7.6 %[2], muy por debajo de otros países, esto es parte de una reforma a la educación llamada la Revolución Educativa[3], un proyecto que nada tiene de revolución, en donde es preferible cantidad que calidad. El sistema educativo actual cobija al 82% de los colombianos, de los cuales, el 0.03% solo cursan hasta pre-escolar, el 46.3 % Primaria (de ahí las bajas tasas de analfabetismo), el 29.9% el bachillerato, y solo el 23.7% asiste a una universidad[4]. No es lo mismo saber leer y escribir, que saber interpretar y contextualizar. El debate ahora no es de cantidad, sino de calidad.

Cada día se descubren nuevas fosas comunes, muchas de ellas, llenas de hombres asesinados por el ejército. El caso más relevante hasta el momento, (y silenciado), es el de la fosa común de La Macarena, con más de 2300 cadáveres allí enterrados asesinados por el ejército desde el 2005; cadáveres de supuestos guerrilleros, donde se han encontrado estudiantes, trabajadores sociales, antropólogos, familias campesinas enteras, niños y personas con problemas de síndrome de down.

Para las armas utilizadas en el conflicto armado colombiano, el gobierno se gasta cerca del 6.5% del PIB, mientras que en educación, solo el 3.7%. Son cerca de 22.21 billones de pesos[5] los que se gastan en la guerra interna. La impunidad en Colombia oscila en un 98%. El periodismo sigue siendo el trabajo más riesgoso, los periodistas siguen siendo amenazados y exiliados. La gasolina sigue siendo una de las más costosas del mundo (a pesar de tener petróleo, procesarlo, convertirlo en gasolina y vender millones de barriles diarios). Mensualmente mueren decenas de personas por malnutrición o por no estar adscritos a un sistema de salud. Miles de personas siguen víctimas del desplazamiento… ¡Y ni hablar de la corrupción!.

A pesar de este paisaje, triste, doloroso y afligido, Colombia se considera uno de los países más felices del mundo. Debe ser, porque la ignorancia da ciertos niveles de felicidad. Nuestro conformismo trasciende cualquier límite, y la cultura en la que nos hemos formado y forjado, la cultura del “ avivado”, en donde no existen derechos sino favores, en donde hacemos hasta lo imposible por no pagar impuestos, por no hacer filas en los bancos, en donde no ayudamos al prójimo sino que nos reímos de su desgracia, en donde para fiar sonreímos pero para pagar odiamos, esa cultura, la del colombiano “verraco y pujante”, es la que precisamente ha hecho de este país el paraíso para robar, matar y quedar impune, porque en pocas partes del globo el crimen paga tanto como paga en Colombia.

Entonces, ¿Aún sigues pensando que Colombia es pasión? Yo no; para mi Colombia es prisión. Colombia no sólo necesita un cambio generacional para mejorar, sino una revolución cultural y social. Colombia necesita cambiar radicalmente, porque el riesgo no es que te quieras quedar, el riesgo es que te asesinen y te lancen a una fosa común por pensar diferente. El riesgo es que cualquiera te quiera atracar, tumbar o robar. El riesgo es que no tengas derechos. El riesgo es la doble moral. El riesgo en Colombia es ser campesino y que el gobierno o una multinacional desee tus tierras. El riesgo mismo es ser colombiano.

Para finalizar, recuerdo dos slogans más de las fuerzas militares: los héroes en Colombia sí existen y la Fe en la Causa. Efectivamente los héroes existen, son los obreros que sobreviven con un salario mínimo; pero ¿Cómo nos piden tener fe en la causa, si llevamos 500 años buscando libertad de la manera equivocada? La respuesta esta en la transformación de las más profundas y arraigadas tradiciones que fundan nuestras bases sociales, no en los fusiles.




[1] CILEP, Centro de Investigación Libertaria y Educación popular
[2] PEREZ, Gutiérrez Luis, Analfabetismo, http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/article-107362.html
[3] MEN, http://www.mineducacion.gov.co/1621/propertyvalue-30974.html
[4] EDUCACION EN COLOMBIA, http://www.youtube.com/watch?v=snuBz4c0e84
[5] LA CALIDAD DE LA EDUCAION EN COLOMBIA, unidad de gestión del sector de desarrollo humano, Banco Mundial.