viernes, 11 de marzo de 2011

La dictadura de la naturaleza


Después de ver los acontecimientos en Japón, una de las potencias mundiales en tecnología (contrario a lo que dice el colombo/japones Yokoi Kenji Diaz) me quedé frente a ese televisor sencillamente atónito. Ahora todo el mundo tiembla ante un posible Tsunami, tal y como el Katrina arrasó en EE.UU hace algunos años con toda la Costa del Golfo. Y me puse a pensar (más allá de la alineación de planetas/energías que pueda suceder en el 2012, o de el proyecto HAARP que me atemoriza), en las causas y consecuencias del modo de actuar de la naturaleza en las últimas décadas, donde por la intransigencia, inconsciencia, avaricia y otros cuantos categóricos que mueven al hombre contemporáneo por la destrucción del planeta, nos vemos cada vez más acorralados por la fuerza infinita del cosmos en su búsqueda de equilibrio armónico, ese constante equilibrio que siempre ha tenido la naturaleza y nosotros lo quebrantamos.

Probablemente los políticos salgan en los medios de comunicación a quitarse toda la culpa que tienen en acontecimientos como este diciendo que es culpa de Dios... quizá los científicos de la NASA digan ahora que eso es algo normal, que Japón es una zona sísmica... Quizá más tarde mi abuela irá a orar a una iglesia y tendrá en sus oraciones a los japoneses, sin saber todo lo que pueda pasar de fondo tras un acontecimiento como este, sin saber la culpa que ella, ustedes y yo tenemos... quizá ahora le de a EE.UU por enviar tropas "solidarias" a ayudar, y a quedarse un año disfrutando y saqueando, como lo hicieron en Haití que pareciera ser la nueva colonia del país del norte.

Pero sin importar lo que hagamos para acabar con la naturaleza terminaremos perdiendo, porque somos un todo, porque si terminamos con los arboles acabamos con la cadena alimenticia y moriremos, tarde que temprano. Porque si contaminamos el agua, moriremos de igual forma. Porque si contaminamos el oxigeno un poco más, moriremos. Porque si seguimos aumentando en más grados el planeta, moriremos. Simplemente, perderemos la guerra contra la naturaleza, aunque hayamos ganado muchas batallas. La paciencia de la naturaleza, y la sabiduría que guarda en sus entrañas le ganará a la profunda ambición del hombre, que no se quiere dar cuenta que debe transformarse si quiere tener más generaciones en el planeta.
Ante la dictadura de la naturaleza, fuerte, directa, nadie, absolutamente nadie se escapa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánto más se necesita para que la avaricia termine de joder-nos?

Daniel Ballesteros-Sánchez dijo...

Parece que no tenemos límites, la avaricia del hombre es incontrolable...