sábado, 31 de diciembre de 2011

Otro año que pasa II.


El 2011 es el segundo fin de año (según el calendario grecorromano al que mi familia me ha inscrito) por el que el blog ha pasado. Este espacio se ha convertido en mi refugio, de amor, de dolor, de felicidad, de crítica, de nostalgia…

El tiempo y nuestra proximidad a éste, nos hace ser prisioneros de las fechas, prisioneros del tic-tac del reloj, cada vez más esclavos de los segundos. Después de varios siglos de progreso, año tras año, generación tras generación, lo único que cambia el tiempo, el calendario.  Pero… ¿para que cambiar las fechas, sino podemos cambiar nuestros pensamientos?

Pero mi idea no es menospreciar el dos mil once. Fue un año de alegrías, de tristezas, de luchas, de derrotas. Fue un año de pasos y retrocesos. De días sin tiempo, días vacíos, días fríos y días soleados… Días en los que comenzamos a ver que algunas personas no sólo quieren un cambio de fecha, sino un cambio de sistema, un cambio de estado. Más allá de algunas “revoluciones” impulsadas por el sistema mismo, comenzamos a ver que la contra-maquinaria comenzó a moverse, que la disidencia ya tiene un lugar en el mundo y que cada vez es ampliamente más aceptada.

Hoy, llenaremos nuestros cuerpos de regocijo, alcohol y comida, porque el año se va. Pero las penas siguen, día tras día, año tras año, siglo tras siglo. Muchos celebraremos en familia el cambio de año, otros bajo un puente, otros, sólo querrán que éste sea su último año.  Es momento de comenzar a cambiar las cosas.

Cabe agregar que no podemos olvidar a nuestros muertos, a todos los hombres que perdieron su vida buscando libertad, a nuestros mártires. Que no exista ni el perdón ni el olvido. Que no exista el  conformismo. Porque estamos cansados de celebrar sólo un cambio de fecha que le da apertura a un año en el que todo estará igual, o peor. Porque estamos extenuados de su represión, hartos de ver como mueren miles de personas bala tras bala, bomba tras bomba. Porque estamos exhaustos de los banqueros y sus billonarias ganancias, mientras millones de niños en las calles, no desean ni pueden vivir más navidades.  Ni el cambio ni el tiempo tienen descanso.

Para finalizar, y sin ánimo de ingratitud, mis especiales agradecimientos por compartir conmigo otro año de vida a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros, a los conocidos, a los que van, a los que se fueron. Gracias a Camila, por pasar a mi lado otro año compartiéndome todo su querer, compartiendo sonrisas, lágrimas, y unas cuantas cervezas. Gracias a todos.
Y de nuevo…  Feliz año. Un fraternal abrazo.

D.B.S

No hay comentarios.: