lunes, 11 de mayo de 2020

Racional

Definitivamente
no eras aquello que esperaba:
un castillo, sí,
inmenso conspirador del espacio,
pero condenado a la caída
de la más mínima carta
del juego de naipes.
Ni partidas, ni adioses.
Sólo encuentro.
Sólo el instante,
la noche,
la entrega a mis sombras
de amores que se corresponden
pero que fracasan.
Básica.
Sexual.
Sonriente.
Fuiste lo que dura
una Polaroid instantánea.
Apareces.
Relámpago de entrada y de salida,
y me arrancas de la tensa calma
de vivir robando
a través del poema.
Derramo en tu espalda
el blanco amor de los solitarios
que se buscan
en la flagrancia del deseo
para regresar a la angustia
de la atiborrante ternura.

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